Quiero escribir un poema
que viva como un cuerpo,
como un cuerpo tendido al sol
como tu cuerpo
desnudo
tendido en el calor
de un mediodía.
Quiero decir
cómo traspira ese poema,
cómo ofrece su piel a las caricias
de la vida que pasa lentamente
montada en una estela de reactor.
Quiero indicar que late,
que palpita,
que tiene un corazón embovedado,
resbaladizo y blando como gato
pero fuerte también; en ocasiones
suele cambiar incluso de postura.
Lo que quiero aclarar
es que el poema
llega a sufrir calor, sudar,
sentir la piel quemada,
desperezarse al rato y dar la vuelta
con la indolencia de la satisfacción.
Ese poema, a veces,
se incorpora,
rojos sus miembros, llenos,
castigados
por la mano del dios que lo acaricia,
alza su rostro, exhibe
la poderosa y tierna geografía.
Y, a veces, el poema
da sus labios
donde la sed se advierte
como un río,
abre los ojos llenos de campanas
y se marcha hacia el borde de la arena
y penetra en el agua
y se refresca.
Quiero vivir un cuerpo
que sea como un poema,
como un poema escrito al sol
como tu poema
desnudo
tendido en el calor
de un mediodía.
Quiero decir…