De acuerdo,
soy arrebatada, celosa,
voluble
y llena de lujuria.
¿Qué esperaban?
Que tuviera ojos,
glándulas,
cerebro, treinta y tres años
y que actuara
como el ciprés de un cementerio?
* * *
Hoy he descubierto la belleza
de ser yo misma.
-no,
no fue así;
me lo enseñaste-
Pero al hacerme mujer
al mostrarme que los seres
son tan libres
Comprendí
que libre-yo
y libre-tú
podamos tomarnos de la mano
y realizar la unión sin anularnos.
Por eso me apretujo dentro de mí misma
hasta salir las lágrimas
y en el pelo
se me prende
el sabor salado del olvido.
Algún imbécil dijo
que el poeta es la clave del mundo.
¡Mentira!
A mi sólo me queda encogerme hacia dentro
y esperar
ciegamente
un sonido, una expresión cualquiera
y que alguien
donde quiera que esté
emita una señal diciéndome que existo.
* * *
los teléfonos debieran ser parte
de la poesía
-la poesía está llena de recuerdos-
Hoy, una llamada solitaria
hizo rodar de nuevo el pasado a mi falda.
Se murieron tres años
casi cuatro.
Un bigote se movió sobre unos labios
murmurando
cosas triviales, de todos los dfas
que cómo están los niños,
si al fin me voy a Francia
que la perra tiene
tres cachorros
que cómo creció Carlos.
Y el teléfono de ayer me dijo
Cuánto te quiero.
Cuánto te extra no.
* * *
Te me acabas
como la vela que lanza
su último fuego.
como el asomo de vida que la final
remueve al que está ya casi muerto.
¡Cómo es de extraño
escribir poemas
para alguien que fue
y que comienza a diluirse en el cerebro!