La música es el cuerpo
más cumplido para el aura del hombre
porque el hombre es un cuerpo todo oídos
al que acuden las voces en concierto:
tiene oriente la música
como perla recién amanecida.
Pobre de los que llevan aura
de desierto y el cuerpo repoblado
por tatuajes inmundos:
estar envuelto en música cadente,
sudada a propio ritmo,
es el ansia del sordo de nación.
No se sabe si es piano,
flauta o violín del pensamiento
lo que hace que ladeemos la cabeza
-ternura vencedora-
ignorando si es lluvia, llanto o sueño
la blanca desnudez del horizonte.
Cosechera de estrellas sembradas
en el aire, la música
desciende viejos lotes de azul para
tatuarnos soles
y sobreser cargando como culpas
los parajes hermosos.
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