Tu imagen enlutada y pasajera
roza el leve sentir de una amargura…;
y aunque en ella yo viva prisionera,
mi vida es un no-star en la ternura:
-afán que nunca llega hasta su vera-
si un ir inmotivado en mi presura,
me diluye, me escapa a la atadura
del tiempo, en ceguedad de lo que fuera:
-tal vez- sólo el mirar de la dulzura;
el más leve matiz en primavera:
la luz, la flor, la imagen que perdura;
desde mi hondón mi ser te configura,
-cerca o distante- el alma es heredera,
de ese súbito albor, de noche oscura…
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