Del color que sean,
déjalos que hablen.
Que hablen
rojos o azules,
verdes o canarios.
¿Qué saben ellos de mí
salvo que soy un cuerpo?
Déjalos que de mí coman
que me pudra entre sus dientes,
que sirva de alimento a esta banda
de gusanos que se adherirán
a mi piel cuando por fin descanse.
¿Qué saben ellos de mí,
salvo que soy un dócil cuerpo?
Comentarios sobre el poema
Hi
Anónimo
Soy lector aficionado. He detectado varias cacofonías, hiatos y reiteraciones en la obra de Lina Zerón; pero es una consagrada. Y, como los toreros, en el lance final pincha.
ROBERTO