Dejemos los anillos en su sitio
la gotera del baño, el esforzado sueño.
Escondamos la escoba, por favor
los trapos de cocina.
La borrachera diurna del vecino la borro.
Tapo los viejos diarios con nuestro desarreglo
el tiempo del reloj y de los trenes.
Cerremos las cortinas, las ventanas
permitamos que llegue la penumbra
que nada entorpezca el volumen de los cuerpos
las líneas de la boca.
Ahora la puerta.
Por último el buen ojo abrazado a tus vientos
y empezar a volar, aunque sea un momento:
no estamos para nadie.
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