Descansas, Marta, y cierro los ojos
para pensarte, para verte. Fuegos lejanos
y músicas y fiestas en tu cuerpo.
El alboroto extraño de los colores
de este verano y el viento que revuelve
los cabellos derramando su claridad.
Cueva y torrente al mismo tiempo, gritaré
tu certeza, la de estos instantes
compartidos, y escucharé el eco
de cada palabra al fondo de mí mismo;
cueva y torrente, repetiré tu nombre
y mis labios te proclamarán
deseo y presencia a la vez.
Tributo de hojas y arena, tiempo y juego
calman la sed del caminante.
Descansas, Marta, y yo descanso en ti,
y te pienso dulcemente, y te veo, y te tengo.
Versión de Adolfo García Ortega
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