Este viejo colchón siempre vino del cielo,
abrazó con su frío
y construyó un hogar para que el tiempo
se muriese en su espejo y descansara.
Y se frotó las manos.
Este blanco colchón es la sirena,
hacia el abrazo lleva, mortal o, por lo menos,
rompe los ligamentos y arrodilla
nuestras últimas fuerzas.
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