En un principio se creyó ver en él al desprovisto de mensajes,
al venido de lejos,
a sólo un miembro de secciones ocultas
que todo encierran en el estrecho cauce de los libros.
-ignorantes, según se observa, lo fiel de su manejo
con problemas de audiencia más vasta-.
Tuvieron que llegar edades más adultas
que le reconocieran.
-algunos han pensado que hallábanse
ante un nuevo profeta de lo inútil-.
(Los grabados de época nos muestran un Descartes
siempre sentado junto al fuego,
con el hábito negro,
más preocupado en la textura o esencia del escrito
que propiamente haciéndolo.)
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