Y contigo aprendí
el vuelo con motor de los vencejos,
la urbanidad precisa
de un gorrión
y su descuido espía.
La distinción de estimas y de aprecios;
a plancharle la ropa
a la pasión
y dónde se coloca.
Y también aprendí
los nombres en el nombre del silencio.
y que hay que darle gusto
al profesor
lo mismo que al alumno.
Añadir un comentario