Él hizo mi mirada distraída,
la llamarada añil de tu silencio,
las seis en punto y el adiós más mustio
frente a las olas rubias de aquel puerto.
Él hizo las primeras golondrinas,
el frío de esa tarde y aquel miedo
de que llegaras tarde o no llegaras
cuando era una muchacha más del viento.
Mi alma llena de gorriones mudos
Él hizo, y la hojarasca del infierno.
También los pasos lejos de mi vida,
y el rayo de este absurdo pensamiento.
Yo escribo un verso torpe y distraído,
que sucio, desvestido, perro fiel,
es mi hijo amado, padre y madre míos,
mientras la noche ladra contra Él.
Añadir un comentario