Por delicadeza,
permití que los pájaros helados
calentaran sus picos en mi lumbre,
horadaran los leños de la noche
e hirieran con sus cantos mi silencio.
Ellos mancharon con sus plumas
mis sábanas
y picoteando sobre la pureza
me volvieron ceniza,
por delicadeza.
Por delicadeza,
consentí ser la amante de los héroes.
Alimenté mentiras y carencias
en hoteles de paso;
amordacé mi corazón de niña
y fui mujer fatal
para que nunca parecieran culpables.
Ellos se fueron
con mis mejores máscaras
y sus esposas, muertas de tristeza,
me dieron mala fama,
por delicadeza.
Por delicadeza,
pude resucitar en mis papeles
aquellos pájaros helados.
A mis tristes y efímeros amantes
con sus tibias y frívolas esposas
los transformé en metáforas.
Esparcí mis cenizas.
Hice versos
sólo para conjurar mi mala fama.
Y hoy que no creo en la delicadeza
te me apareces tú
que eres más que la delicadeza.
Estoy enferma de delicadeza
y no perderé mi vida por delicadeza
conmigo misma.
Por delicadeza.
Donde se cuenta hasta que apareciste de Marilyn Bobes
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