Buscaron al romper de la alborada,
mis brazos y mis ojos su presencia,
y sólo hallé, por signo de la ausencia,
el hueco de su sien en la almohada.
Oh, qué correr la angustia desatada,
qué ulular por el llano mi demencia,
qué husmear en los ámbitos la esencia
de la alígera planta perfumada!
Amigos que alabasteis su hermosura,
no a solas me dejéis en la amargura
del trance doloroso e imprevisto…
¡Escrutad el perfil del horizonte!
¡Batid los campos y talad el monte!
¡Decidme, por piedad, si la habéis visto!…
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