Estoy parado en esta esquina –
entre la cordillera y el mar,
entre el sur y el desierto.
Soy pobre, pero no puedo vender mi pobreza,
ni cambiarla por un augurio.
Seguramente estoy esperando algo
parado en esta esquina del mundo,
pero ya no sé qué. Quisiera
ser una chispa en algún fogón,
en alguna cocinería, en el campo.
Pudiera ser yo el campo, o el fogón
o la chispa; pero eso no lo entendería
mi compadre: se lo llevaría otro.
Ay, muchos compadres necesitan comer –
y yo no puedo transformarme en nada,
ni hacer una promesa que nadie cumpliría.
Ahora estoy parado en esta esquina –
entre una rodilla rota y un latón de basura,
entre un paredón y un diente de menos.
Hablo con calma, solo; ni siquiera puedo ser
un mendigo: no tengo dones para eso.
El anciano de Ángel Escobar
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