La luz de ocaso moribunda toca
del pinar los follajes tembladores;
suspiran en el bosque los rumores
y las tórtolas gimen en la roca.
Es el instante que el amor invoca,
ven junto a mí; te sostendré con flores,
mientras roban volando los amores
el dulce beso de tu dulce boca.
La virgen suspiró; sus labios rojos
apenas, ¡Yo te amo! murmuraron,
se entrecerraron lánguidos los ojos,
los labios a los labios se juntaron
y las frentes bañadas de sonrojos,
al peso de la dicha se doblaron.
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