El caballo y el ciervo de Félix María de Samaniego

Perseguía un Caballo vengativo
A un Ciervo que le hizo leve ofensa;
Mas hallaba segura la defensa
En veloz carrera el fugitivo.
El vengador, perdida la esperanza
De alcanzarlo, y lograr así su intento,
Al hombre le pidió su valimiento
Para tomar del ofensor venganza.
Consiente el hombre, y el Caballo airado
Sale con su jinete a la campaña;
Corre con dirección, sigue con maña,
Y queda al fin del ofensor vengado.
Muéstrase al bienhechor agradecido;
Quiere marcharse libre de su peso;
Mas desde entonces mismo quedó preso,
Y eternamente al hombre sometido.

El Caballo que suelto y rozagante
En el frondoso bosque y prado ameno
Su libertad gozaba tan de lleno,
Padece sujeción desde ese instante.
Oprimido del yugo ara la tierra;
Pasa tal vez la vida más amarga;
Sufre la silla, freno, espuela, carga,
Y aguanta los horrores de la guerra.
En fin perdió la libertad amable
Por vengar una ofensa solamente.
Tales los frutos son que ciertamente
Produce la venganza detestable.

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