Postrado el padre en miserable lecho
está por espantosa y cruel dolencia;
cercano halla el final de su existencia
y sollozos exhala de su pecho.
Piensa que, bajo el hoy paterno techo,
mañana su familia, en la indigencia,
por siempre llorará su eterna ausencia,
de duelo horrible el corazón deshecho.
Allí, mientras se queja el infelice,
la dulce esposa canta, y él le dice:
-¿Cómo cantas, mujer, mientras me aflijo?
Muestra el niño que tiene entre los brazos,
y dice -con el alma hecha pedazos:-
-Canto… porque no llore nuestro hijo.
Versión de Ots y Lleó
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