Este carriel de nutria, señoras y señores,
Fue antaño la bandera de un colonizador,
Tal vez un Juan sin Cielo hundido en los blasones
De algún tatarabuelo del imperio español.
No sé qué guarda dentro: quizás diez arreboles
Recogidos en viajes de Quimbaya a Sonsón;
Una mazorca de oro, tres ríos leñadores
Y un tiple que ha tenido descalzo el corazón.
Si esculcáis sus ‘secretas’ sentiréis escondida
Bajo la piel de nutria la savia de la vida
Y el Himno de Epifanio con su camisa al sol.
En carrieles como éste cupo sin ‘estrechuras’
El mapa de Colombia tatuado de herraduras
Y una fonda en la trocha que conduce hacia Dios.
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