El cielo de París (IV) de Yolanda Pantin

París, 20 de abril de 1988

Tomamos el barco en le square du Vert Galant
Antes habíamos contemplado
a los enamorados la orilla del Sena
En el oscuro parque abierto al deseo
la ciudad se divisaba
como extraída de una tarjeta postal
Tú tenías sueño
A pesar de ello querías mostrarme
no sé qué cosa de París desde el río
Ruidosos turistas italianos
muchachos de cabellos largos
jóvenes
mal vestido
sin conciencia de ser extranjeros
tomaron el Bateau Mouche
ante la mirada indiferente del capitán
y de la mujer de falda roja
quien al tomar el micrófono saludó
Bienvenidos a bordo
El barco viró hacia el Oeste frente al Louvre
Mientras la joven desgranaba la historia
repetida una y mil veces
(The history of The Louvre is long and complicated)
un potente reflector haces de luz desde la barcaza
extraían de la noche la notable arquitectura de éste
y de otros monumentos
‘A droite’ ‘a gauche’
narraba la voz metálica de la guía
relatos en dos idiomas que nadie escuchaba
Tú dormías
Arriba en lo alto del bote al aire libre
a pesar del frío
-helada de primavera-
los turistas festejaban el paseo
con sordos comentarios carcajadas
y balabas de su tierra natal
Uno a uno dejábamos atrás
puentes cúpulas jardines
estela de voces
ruido no palabras

sur le Cours-la-Reine la France de l’époque romaine
de Lenoir la France moderne de Michel sur l’Esplanade
des Invalides la France de la renaissance de Couton el la
France de Louis XIV de Marqueste

La luz indiscreta proveniente del bote
cegó por un momento a los circunspectos comensales que cenaban
a bordo de un restaurante flotante
Al cruzar el puente del Alma
la torre Eiffel fue recibida con pequeños gritos
flashes de cámaras automáticas
misterio en fin de un momento inolvidable
que jamás será revelado
ni en ésta ni en otra fotografía
El capitán maniobro con fastidio
rumbo al lugar de donde habíamos partido
Durante un largo trecho no hubo nada qué iluminar
-ni qué fotografiar-
Tú recostaste la cabeza en mi hombro
y yo recordé a la niña que no había conocido
en algún lugar del Barrio Latino
decidida a perderse en las aguas del Sena
cuando un negro le ofreció de beber
y trató de animarla al mostrarle
el lugar donde escondía
en uno de los muros de Saint Julian le Pauvre
haschís heroína
No tenía por qué hacerlo
y ella no tenía por qué matarse
el ruido del motor
le otorgaba intimidad a este espacio
donde hombres y mujeres bostezaban
cansados de una jornada que no excluía
la cháchara banal
la confusa sucesión de imágenes
que luego serán olvidadas
Sucedió de improvisto
Un haz de luz azul giraba en lo alto de un automóvil
extrañamente aparcado en el quai D’Orsay
cerca del museo donde quise llevarte
para que vieras a la ciudad
a través de uno de los relojes de la antigua estación
El barco avanzaba penosamente
ciego a la visión
el capitán la joven guía
los turistas italianos en lo alto del bote
guardaron silencio
cuando un grupo de gendarmes
-la luz azul
girando muda-
extraía del río el pesado cuerpo de un hombre
Te dije: mira
El barco se deslizaba indiferente
ante las torres de la Conserjería

on vous montre les fenetres de l’ancienne
prison des femmes sous la terreur

Tú señalaste el espíritu de Dios
en la caja de piedra
la emoción en ruinas de un poema de Cernuda
El barco continuó su marcha irreversible
hacia lo lejos, más, hacia la flor sin nombre
los días en las láminas los versos las palabras
ciudad arqueada que a los quince años
ya era imposible
Gracia de los cuerpos
puentes abadías
precipicios del Arte Universal
a orillas del Sena
la voz metálica de la guía
anunció a la izquierda
la mole de la Santa Catedral de la Ciudad
bella
peor
bajo los faros
y los flashes de las cámaras automáticas

abrió su corazón de piedra
la gárgola el cielo

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