Loco de remate está quien dice
haber estado una hora enamorado,
mas no es que amor así de pronto mengüe, sino que
puede a diez en menos plazo devorar.
¿Quién me creerá si juro
haber sufrido un año de esta plaga?
¿Quién no se reiría de mí si yo.dijera
que vi arder todo un día la pólvora de un frasco?
¡Ay, qué insignificante el corazón,
si llega a caer en manos del amor!
Cualquier otro pesar deja sitio
a otros pesares, y para sí reclama sólo parte.
Vienen hasta nosotros, pero a nosotros el Amor arrastra,
y, sin masticar, engulle.
Por él, como por bala encadenada, tropas enteras mueren.
El es el esturión tirano; nuestros corazones, la morralla.
Si así no fue, ¿qué le pasó
a mi corazón cuando te vi?
Al aposento traje un corazón,
pero de él salí yo sin ninguno.
Si contigo hubiera ido, sé
que a tu corazón el mío habría enseñado a mostrar
por mí más compasión. Pero, ¡ay!, Amor,
de un fuerte golpe lo quebró cual vidrio.
Mas nada en nada puede convertirse,
ni lugar alguno puede del todo vaciarse,
así, pues, pienso que aún posee mi pecho todos
esos fragmentos, aunque no estén reunidos.
Y ahora, como los espejos rotos muestran
cientos de rostros más menudos, así
los añicos de mi corazón pueden sentir agrado,
deseo, adoración,
pero después de tal amor, de nuevo amar no pueden.
Versión de Purificación Ribes