Rosa carnal del risco, oscuro nudo
de pétalos que abrazan los soles y las lunas
y los aires que soplan desde el mar atezado,
animal que reposa: mira pasar a un niño.
Tú que fuiste mirada y que gobiernas
las horas y los días y las noches
en lo invisible que renace, mira
a un niño abandonar tu paraje aterido.
Míralo despoblar tu reino absorto,
dejar tu compañía para siempre,
el grácil contubernio. Un niño deja
el exento país entre el gorrión y el góngaro.
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