A mi buena amiga Ricarda Valenciaga de Bonafoux
En la orilla del límpido arroyuelo,
sobre el verde tapiz de la pradera
te engendra la risueña primavera
cuando aún la escarcha se transforma en hielo.
Perfumado y erguido, desde el suelo
presta aroma á la brisa placentera,
y la pintada mariposa espera
libar su cáliz para alzar el vuelo.
De transparente y nítida blancura,
o violado, con briznillas rojas,
es la gala y encanto del estío
y es un símbolo eterno de hermosura
al desplegar el manto de sus hojas
esmaltadas con perlas de rocío.
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