El paraguas en el piso,
desmayado en su estatura negra,
me había dicho: lo siento.
Advierte el cristal
un ave que con ademanes blancos
vuela persignando el cielo.
Por demolidas parcelas del alma
llueven plumas tiznadas de quejas.
El paraguas en el piso,
de luto aplastada su impotencia.
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