La tempestad podrá en olas deshechas
fingir pluma en el aire de un navío,
dejando entre la sombra y el vacío
erizadas las tablas más derechas.
El fuego podrá en llamas como flechas
hacer cenizas del palacio frío,
llevarse un pueblo desbocado río,
y rebaños y bosques y cosechas.
Podrá un cuerpo caer tras la saeta,
o tras la enfermedad o la locura
rumiar limosna el hambre más secreta.
Mas siempre la canción irá a la altura.
Se yergue entre las ruinas el poeta:
no hay desventura contra su ventura.
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