No eres nada,
vives oscuro,
en una ciudad perdida.
Pero, de pronto, un día,
al despertar, eres Rey.
Arden musicales
remotos países
avasallados por tu valentía.
Poderoso monarca:
todo lo que tocas es resplandor,
y en tu honor cambian los arcos iris de plumaje.
Y cuando Ella sonríe,
brota agua
en la remota infancia
adonde se asoma,
tu pequeña vida ansiosa,
rapaz distante de todo.
Mas viene el Viento
y lo derriba todo:
cristal roto es tu monarquía;
vives en una ciudad malvada;
el tiempo sólo significa
que tus zapatos ya no resisten otro invierno.
Eras Rey
pero ya no te sonríe Esa Mujer.
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