Este sabor a nieve nuevamente,
o a ceniza de nieve y a moneda,
a cobre sulfatado por los años;
ese sabor a invierno en la garganta.
Se desmorona el aire entre los dedos
y crujen las ventanas de la ausencia
como un violín cansado o un espejo
roído por el hongo del vacío.
Ha vuelto a posponerse el equipaje,
a quedarse plantado ante el silencio
en el fondo amarillo de los muebles.
A veces cae la lluvia en las ruinas,
se hiela entre las piedras y anochece.
Es tan frío el dolor como la nieve.
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