Fabricante de tiendas fue tu padre,
y tú, Khayyám, ingrato al noble oficio,
tras no sé qué ignorado beneficio,
tiendas de ciencia te pusiste a hacer.
La Parca con sus fúnebres tijeras
cortó en pedazos tu telar flamante…
y luego, un baratero trashumante,
«Por lo que den» los hubo de vender.
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