¡No te pese, oh amada, tan pronto haberte dado!
Segura está; de ti yo nada malo pienso.
Por modo muy diverso de Amor las flechas hieren:
las hay que el corazón lentamente envenenan,
y las hay que buidas, traspasan la médula
y en fiebre fulminante la sangre nos inflaman.
En los heroicos tiempos en que dioses y diosas
amaban, iban juntos mirada, deseo y goce.
¿Crees que usó de remilgos con el joven Anquisos
Venus cuando en los campos vio su apuesta figura?
¿Ni que al joven durmiente respetara la Luna,
sabiendo que, envidiosa, despertaríalo el Alba?
Miró Hero a su Leandro en medio de la fiesta,
y llegada la noche lanzóse él a las ondas.
Por agua al Tíber iba la virginal princesa
Rea Silvia, cuando Amor hirióla con su dardo.
¡Así Marte engendró sus hijos!… Una loba
amamantólos!… ¡Roma fue así reina del mundo!
Elegías (3) de Johann Wolfgang von Goethe
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