Empieza de Hugo Gola

Empieza
empiezo
es el comienzo
el alba
del día primero
del único
estático
inmutable
rompe la luz
o continúa
matiz sonoro de la sombra
quiebra
desasosiega
la cornisa liviana
un cuerpo se despereza
y otro repliega su fatiga
y aún otro
penetra en otro
o abandona
lo que fue penetración
y todo en el mismo momento
en que ese minuto estático del alba
el gozo
el de las manos
el de la piel
el puro purísimo goce
difunde su énfasis
o se acurruca
en el repliegue
blanco de la sábana
y la última gota de semen
se evapora en el aire caldeado

Se da vuelta
se vuelve
en el semisueño
toca
toca todo
con su mano
todavía imantada
antes que llegue la luz
y caiga sobre el párpado
antes de que florezca
en la abierta flor de la pupila
nada basta
para la vasta expansión
que sube sola
sin nadie
y a la que nadie puede oponer
un dedo
una uña
un delgado cabello
última gota fértil
que cae
con toda la pasión
o sin ella

La mano que se abre
suave
y toca el seno
que se abre suave
en el alba
cuando se abre la luz
y rompe la corteza
mientras uno se yergue
o gime
y otro depone su arma
entrega todo
y se va
sin haber
o habiendo
pero se va
otros
todos se irán
pero él se va ahora
en ese suspiro final del alba

Paseó
paseó su paso
distraído
frente al fresto
dorado
escaló el fulgor de la colina
bebió del cristal
el líquido
fragante y claro
mordió por última vez
la carne oscura
la traspasó con su lengua
erizada
estilete
afilado
en un alba
incierta
y sucumbió
sin dejar rastro

A penas anda
apenas
una sílaba basta
solo una sílaba
y todo cambia
acentúa
corta
divide
un segundo
para revelar
todas las faces
en ese
ese sí
el estático
único
suspenso ahora
en la hora
de todos los inicios
en el instante
en que cae la semilla
y surge la niebla
y la gota de lluvia
es devorada por el polvo
por el cuerpo sediento

Dar un paso hacia el costado
caminar por la calle de arena
eludir aquel segundo estático
del alba
con la última luz
alguien retoma las orillas
junto al aura húmeda
recorre el cinturón de tierra
defensa ilusioria
contra un dios imprevisible
mientras mides tus pasos
con los suyos
en este invierno
desmedido
una gaviota sola
aletea azulada
y un martín pescador
avista su presa
en un vuelo rasante
se desvanece la luz
en tanto imprimes
una y otra vez
sol agua pájaros
para solitarios días
venideros

No hay refugio
sin embargo
pora el hueco de las manos
ni agua dulce para la sed
retomas a tu cerco de piedras
y cae el frío
sobre los nidos vacíos
la llama azul
tiembla
desvelada por el viento

La hora primera del alba
la hora crucial
del éxtasis
permanece suspendida
en la mitad misma
del camino
en el filo
en la punta afilada
en el filoso bisturí
que corta y penetra y separa
mientrs alguien despierta
y otro agota su danza
¿volverá este arco encendido
a tembrar en el segundo
de la aurora?

Se atraviesa
se cruza esta comarca
por la delgada cornisa
a veces
el pie se adhiere
a otra piel
y desborda la fricción
toca otro pie
y paraliza el tiempo
o se sumerge sin límite
y pie
y pie
y mano
y ojos
perduran en su brillo original

¿Qué nos queda
de aquel giro solar?
de aquel encuentro?
del vuelo sobre hondonadas
y requiebros?
de aquellos círculos fragantes
de aquellas esferas
feraces
o feroces
que a veces se tocan
en la línea del amor?
o se extinguen con las cenizas
del crepúsculo?

¿Somos acaso
‘las abejas de los invisible’?
o el aliento provisorio que dura un día
e intenta enhebrar la sombra con la luz?
o lo que perdura de aquello que ya no es…?
La rosa que pétalo
a pétalo
se deshace
¿florece de nuevo
en un aura
en un cielo blanco
o negro
en un cristal fragilísimo?
¿en qué playa de espuma
se deposita la dulzura?
¿hasta qué confín llega
el vértigo de los amantes?
su manzana fragante
sus dedos líquidos
sumergidos en huecos
ardorosos?

Los pétalos caídos
de la rosa
suben de nuevo
hacia la luz?
pero el fuego que no cesa
a qué entropía rinde su desvelo?
aquella trasmutación
trasvasa plomo en pluma
en aire
en nada?
el ferroso metal
en música silente
en sombra vagabunda?

¿Desde dónde miras?
¿con qué manos tocas todo?
con qué labios?
con qué tacto
vas ardiendo
de zarza en zarza?
con qué miel recompones
tejes curces trenzas
uno a uno
los hilos
de esta postrer
floración?

En el senundo
estático del alba
la vida
y la muerte
sueldan su suerte
una bebe de la otra
y el líquido
que no se agota
mantiene su nivel

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