Aprendo a concederme la hermosura del aire
entre lo humano.
Las páginas oscuras del secreto rosal
adelantan los labios.
Entiende amor,
que llamarán a tu puerta de muy lejos,
En alas del aire llamarán
y conjurando
Esos amargos ataúdes,
silenciarán tu soledad de cáñamo dormido.
Yacerás entre malezas contrarias a la vida.
Estarás desnudo, perseguido por tus propias palabras.
Ellas,
sabrán cómo habitar la cercanía del mundo.
Alcanzarán la estirpe perdida para siempre,
Asomarán los muros,
y en el contacto,
Silábicas palomas dominarán los cielos consonánticos,
cautivando la espina de los rosales trágicos .
Saldrás de todo esto,
y cuando mire,
será para desearte entre mis labios:
Que tengas un buen viaje,
un hermoso regreso tras tus pasos.
Y entonces,
-ya ves cómo no tiemblo-,
para amarte habrá que ir descalzando algún poema.
Cuando el alma sea tan sólo tiempo
que recorre fragmentos de la sangre,
alejados arroyos en balcones de pájaro,
En el oído de todos girarán planetas
y blancos desolados.
Golpea el mar y rompe las maderas encarnadas
como en delgadas muertes.
Y sobre el cauce oculto
-como un lento navío-
va ese pulso de sangre entrecortado.
Permitidme caer bajo la mica de sus labios,
lentitud de brillantes que adelantan
la palabra a la ceguera.
Tras la erosión de la mirada
sólo encuentro sus labios
-ese destino-,
Y la palabra cae con brusquedad de muerte
sobre las últimas criaturas pensativas del mundo.