En casa ajena siempre, camino del destierro,
al filo de terribles madrugadas,
huyendo de lugares y gentes conocidas,
rumbo a la incomprensión,
de cara a lo imposible,
roturar los calveros del silencio
y el luto amenazantes,
abrir los brazos a lo imprevisible
y en vértices y aristas del poliedro del día
encontrar esa luz que transfigura
en sueño el reto de lo cotidiano
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