¡Una corona y de laurel, Señora!
No fue contigo la fortuna avara
cuando te adorna la preciosa cara
con diadema tan rica y seductora.
¡Por Dios que risa te darán ahora
la pluma y cinta y flor y piedra rara!
¿Mas quién ha de ostentar igual prendido
si no hay más que un Bretón y es tu marido?
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