En el estanque del día
se han mojado tus palabras.
El «no» sin eco posible
de tu voz embalsamada,
se está muriendo de frío
en los cristales del agua.
Mis «te quiero», salvavidas
inútiles de mis ansias,
son ceros siempre a la izquierda
de este amor sin esperanza,
de este amor, río dormido,
entre sombras y entre ramas;
de este amor, lirio sin nombre
deshojado en la mañana…
En la rosa de los vientos
clavé, mi amor, tus palabras.
Tu «no», payaso de circo,
dando la vuelta de campana,
al hacer una pirueta
cayó de la rosa al agua.
De nada sirvió el «te quiero»
último de mi garganta;
de nada sirvió la luna
que te mandé iluminada
con jazmines de mi llanto
y óleo de almendras amargas.
Tu «no», de arroz empolvado,
se deshojó sobre el agua…
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