El camino se ha detenido.
El frío se cuela penetrante en mi alma.
¿Soledad? Sí, siempre
estuvo allí. Indecibles
las palabras se quedan estáticas
mudas ante mí.
El silencio abrumante
es cristal opaco que se quiebra
en las horas de café, cigarrillos
notas cuadrando en mi horario.
El dolor de la nostalgia horada el corazón.
He de reiniciar la marcha
pero la yerba ya no es alfombra para mis pies.
Y hay hormigas sobre mi espalda.
Dobladas mis rodillas
se adhieren a la tierra…
¡Pero habré de levantarme!
Mi meta está allí
donde quiera que cruce la mirada.
El camino continúa y yo con él.
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