Ya que todo está en flor, y más que nada
tú en tu mantilla azul, Marcela mía,
abriré como pueda mi poesía
que es hoy una ventana clausurada.
Tras un instante quedará cerrada,
ciego postigo en la mitad del día,
pero antes te dirá lo que quería
o posará en tu frente su mirada.
El tiempo correrá como acostumbra,
el sol alumbrará como hoy alumbra,
recio el árbol será que nos cobija.
Para ti todo me parece eterno,
y yo no seré más que este cuaderno,
unos papeles, ni eso, nieta, hija.
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