Por no decir
en el momento exacto:
«Tú bien sabes que siempre te he querido…»
perdí la perspectiva de la vida,
y la felicidad tan perseguida
se escapó
por las calles del silencio.
Por un orgullo necio-,
¡qué fastidio!
hoy pronuncio
frases huecas y faltas de sentido,
mientras vivo el final de un entreacto.
Y todo,
por no decir, en el momento exacto:
«Tú bien sabes que siempre te he querido!»
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