En el ruedo agitado
de idas y vueltas contrariada
pesca sin fin milagrosa en el umbral del lago
en la iglesia ortodoxa todos de pie evocan esa humilde
casa de huérfanos en Iráq
cuántos olores oscilan en el astillero para reconciliarse
recuerdo la oscuridad mellada por el paso de las botas
famélicos desorbitados ojos que un cuervo pasea
en el coro rampante de insectos
para dar paso al corazón
entre brazos que acomodados distiguen los almendros
de los rostros distendidos en los
focos de las lámparas cuando
el tren persigue el albedrío de la nieve
y se estrella en la cabeza de un árbol
nombres sobre todo
los tatuajes de las piedras
los cartones de lino que son vestidos de sogas
hamacas donde recostar el cuerpo
Pensar que el camino ha sido largo
ha valido la pena estrellarse contra la pared
rebuscar en las sombras
la señal de identidad el rasguño la crin
sin confesiones ni el embarazo que de a luz el exilio
que no es hacer un recuento del espacio de quién sabe quién
en una celda contando cómo fue tumbándose tras las órdenes
mutilando su sexo la corteza el muñón
aquella noche de Serbia y su mañana en Lima
agonizantes niños de Iráq
cuya comparación más exacta es el mundo
que espera abotagado en la banca
con tantos o más dedos que contar
en los inhabitables edificios de la mente
volados por innumerables bombas
violados por innumerables hordas
aquella noche montada en un pájaro salvaje.
En el ruedo agitado de Roxana Crisólogo Correa
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