A Vasily, por la alerta.
Al golpear la puerta el miedo asoma
el olfato presiente la historia
la oscuridad que emana
Soy margen a la escucha del tropel
estatua que reposa en el parque
mientras sube la hierba
Van a tatuar mi cuerpo
dejándome atrapada en una ciudad
sin valles ni flechas
Mis ojos deletrean el estampido
palpan el límite
aprenden a saberse polizontes
Está rota la fuente y la sed hechiza
Las llamas surcan el jardín
obligando a cambiar de acera
El delirio se aproxima la carne huele
Nadie busque descifrarme
nadie quiera convocar la niebla
si llegan la hora y el gesto
si llega la caricia
y el río se desborda
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