En la noche
abarco con mis brazos
esa cama incompleta.
Siniestra, falta de luz,
me humilla la ventana.
Ya no tengo nuevos complejos,
nuevos sinos anodinos;
sólo espacio en un mundo
que me ha concedido
cansancio y simetría
con un sol que ya no arrastra.
Me siento
tan desarraigado
que noto mis recuerdos
olvidando;
sé que tengo un cuerpo
tiritando
y, si fuerzas,
no sonrío
ni a mi espejo.
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