En medio de esta noche tan oscura
se anuncia el dulce brote de la espiga
y arde la flor que el temporal castiga
con una oculta luz, serena y pura.
Ya sé que la luz vive y que perdura,
ahora, qué más quieres que te diga?
Abierto está mi corazón, amiga,
por la herida de olvido y amargura.
Mira la sangre que la herida vierte:
cómo te dice «adiós hasta la muerte»
desde la sola y triste lontananza.
Y cómo, en esta ardiente despedida,
guarda lo que quizás para esta vida
no puede mantener a la esperanza.
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