El bosque se vuelve amarillento, las hojas caen,
¡Qué soledad y silencio en todas partes!
Sólo los riachuelos corren por los hayedos
Con un suave susurro, como en sueños,
Y suenan las campanas vespertinas
Muy lejos de los lindes del bosque.
¿Por qué queréis atraerme de modo tan salvaje
En esta soledad?
Estas campanas suenan
Como aquellas de la plácida infancia –
Asustado me vuelvo,
¡Ah, qué lejos están los que me aman!
¡Estallad, viejos cantos,
Rompedme el corazón!
Saludo una vez más desde tierras lejanas
Aquello por lo que siento afecto.
Yo, en cambio, sucumbo de melancolía
Cual si fuera a morir.
Versión de Alfonsina Janés
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