En una noche que nadie conoce,
sustancia de niebla, humedad y lluvia,
en un lugar casi sin nombre,
tan ignoto, pequeño y alejado,
vi la locura de sufrir y amar,
lo transido de afán y de finales,
lo teatral de todos lados,
lo que Dios nunca apoya de las manos
que te acarician cálidas y sucias,
que quieren retenerte, mas no saben
cómo hay que retener al otro,
en qué mallas hay que zurcir que no se rasguen –
ay esta niebla, estos fríos,
esta ruina de todo lo que dura,
de todo enlace y de toda fe,
de todo apoyo y toda intimidad,
ay Dios -¡los dioses! ¡Humedad y espanto!
Versión de Eustaquio Barjau
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