¿Recuerdas ese desayuno un día de noviembre:
Uvas negras heladas oliendo vagamente
Al corcho en el que estaban envueltas,
Pan frío con carne caliente y blanca,
Y chocolate espeso endulzado con miel?
¿Y las fiestas nocturnas; el gin y los tangos?
¿Las rotas rejillas para el pelo, las perdidas cremalleras?
¿A dónde se ha ido todo,
Las hermosas mujeres, las horas sin rumbo?
Nos decían que estábamos perdidos, que éramos locos e inmorales
Y que interferíamos en los planes de los que tenían el poder.
Y hoy día, millones y millones, encerrados vivos
En los ataúdes de la circunstancia,
Golpeando en la tapa de los féretros
Apiñados en los sótanos de las ruinas, y disputando
Su propia carne destrozada.
Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal