He creído demasiado en la existencia de Dios,
ensimismado en una tristeza que me habita,
agonizo a horas de su nombre.
Tengo pensamientos afines con la soledad,
nadie conoce mi nombre
vivo al otro lado de la parafernalia permanente
cerca del sereno movimiento que habita en el silencio.
Una lágrima, esconde la escritura de este verso,
el viento derrota a las hojas del morero,
e irremediable el paisaje me envejece.
No basta saber que he perdido mi sombra,
que busco mi lenguaje en otros labios,
un gesto que detenga esta angustia.
Hoy valgo la mitad de nada.
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