«Gracias, venga lo que viniere» y volviéndose,
como un rayo de sol sobre flores colgantes
ensombrece cuando el viento las alza a un lado.
Me dejó. No, venga lo que viniere
Hubo una hora iluminada por el sol, y los más altos dioses
no pueden jactarse de nada mejor
que de haber contemplado a su paso esa hora.
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