Todo comienza como comienza una tormenta:
con la suave caricia del vientecillo fresco
con el lejano murmullo de una caracola
con el lento desmayo del abrazo y los besos.
Luego viene la ansiedad de las bocas
la suspensión del rayo con su zarpazo eléctrico
el jadeo del alma la avaricia de la piel
el trueno del corazón por los campos del pecho
La ceguera de la luz el olvido del mundo
la exigencia del sudor los empujes del viento
la tensión de los muslos el furor de los cielos…
Todo termina como termina una tormenta:
con el sedante aroma del mojado barbecho
con gotas muy pálidas sobre la rosa trémula
con la casta finura de la piel…Y el silencio.
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