Es un cristal tu cuerpo y su hermosura,
en soledad mi alma la enamora.
Cuando más fría está, vibra más pura,
que si la toca el aire se evapora.
Herida en su tristeza el alma vuela
buscando la apariencia de otra fuente.
El silbo de la luz, la luz que anhela
para la oscura noche en que se miente.
Mas torna a tu presencia, mira el oro
que en sándalo transforma tus cabellos;
la gracia de arpa de tu fino lloro,
la púrpura amorosa que se vierte.
Y disuélvese mi alma en mil destellos
sobre la noche de tu dulce muerte.
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