A Henry Ghéon
Sobre aquel árbol la brisa acuna
A la víbora que yo vestí;
Una sonrisa le horada el diente
Y nos aclara sus apetitos
En el Jardín donde arriesga y ronda,
Y en el triángulo mío de esmeralda
Saca su lengua de doble filo…
Bestia soy, pero bestia aguda
De quien el veneno, aunque vil,
Domina al de la cauta cicuta.
Cuán suave aquel tiempo de placer!
Temblad mortales! Yo soy muy fuerte
Cuando consigo con mi descaro,
¡En un bostezo quebrar la fuerza!
El esplendor del Cielo perfila
Este blasón de sierpe que oculta
Bajo su animal simplicidad;
¡Venid a mí, raza atolondrada!
¡Estoy de pie, atenta y proterva,
Semejante a la necesidad!
¡Sol, Sol!… ¡Mentira resplandeciente!
Tú, Sol que a la muerte la enmascaras
Bajo el azul y oro de una tienda
do celebran consejo las flores
Por entre impenetrables placeres,
¡Tú, el más fiero de mis cómplices
Y de mis trampas, la más aguda,
Protege a los corazones para
Que nunca sepan que el Universo
Es un defecto, allí en la pureza
Del No-Ser!
Gran Sol que haces retiñir la alarma
Para el ser y le compañas fuegos,
Tú, que entre los sueños lo encarcelas
Y muy tramposamente le pintas,
Campiñas, oh hacedor de fantasmas
Felices que propenden los ojos
A la presencia oscura del alma,
Siempre me ha gustado la mentira
Que tú expandes en el absoluto,
¡Oh rey de las sombras vuelto lumbre!
Vierte sobre mí tu calor basto
Donde surge mi pereza gélida
Y desvaría algún mal que le es
Propio a mi naturaleza rea…
Lugar feliz donde vive la carne,
Donde escoger y acoplarse es grato,
Donde mi furor se vuelve maduro,
Y lo recorro entre mis circuitos
Donde mi meditación murmura.
¡Oh Vanidad, Causa Primera!
Aquella que reina en los Cielos,
Y que hizo a la luz que nos abra
Al Universo espacioso exhausto
De su propio espectáculo purísimo.
Dios mismo nos ha roto el obstáculo
De su Perfecta Eternidad;
El se nos volvió Quien nos disipa
En consecuencias a su Principio,
En estrellas su Unidad.
¡Cielos, su error! ¡Tiempo, su ruina!
Y el abismo animal, boquiabierto…
¡Qué caída en el origen, una
Centella en el lugar de la nada!…
Pero en el primer vocablo en su Verbo:
YO… El más soberbio de los astros
Dicho por el loco creador,
¡Yo soy… Yo seré… Yo os ilumino
La disminución divina
De todo el fuego del Seductor!
Versión de Guillermo Trejo