y no encuentro la palabra justa.
Soy el mal poeta,
con la luna, el amor y la muerte
rodeándome de constelaciones.
Enfrente
pasa sojuzgado mi pueblo
-un grito en brazos.
Pasan clínicas de infertilidad
y condecoraciones internacionales,
y llegó a esta hora de mala poesía
de par en par cerrada,
el tiempo justo para mezclarme
a vírgenes titulares, arcángeles
campesinos, máscaras ceremoniales.
Yo que me pierdo en la sangre de todos:
yo, el mal poeta,
el fabricante de paraguas nocturnos
que ama el nombre de los ríos
y pelea contra la estatua ecuestre
de la mala poesía
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