Estoy en un apuro, lo confieso.
Pronto voy a inaugurar un hijo inédito;
y aunque me halaga ver que a de afirmar mi varonía,
puesto no soy precisamente un Creso
y cobran la partera, el cura, y el médico
y hay que comprar pañales, medicinas,
leches pasteurizadas,
me muero porque llegue nunca el día.
Me ha dicho un compañero
recién metido en éstas cosas,
que los hijos nunca comen rosas
ni se alimentan de luna y de poesía
(esas tonteras que no tiene Creso).
Estoy curioso por ver cómo retrata Dios
mis gestos, mis rasgos…; más a un pie
de inaugurar el hijo inédito;
me encuentro en un apuro, y lo confieso.
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